Vuelta de las vacaciones (este año un poco movidas y desastrosas) y de nuevo vuelta al trabajo. Esta vez con un aliciente añadido: traslado a la parte nueva de la farmacia (todavía queda casi la mitad por renovar). Y a esto ahi que añadirle que me toca a mi la guardia de noche semanal. Vamos un festival.
Como en cualquier típico y topico traslado todo está o se queda "patas" arriba. Te piden un producto y como no; no lo encuetras. Todo esto es normal. Hay que darle tiempo al tiempo. La farmacia ha quedado muy chula. Me siento viajando en la nave Enterprise de la serie Stark Treck por el espacio. En lugar de planetas o estrellas tengo mostradores, luces a mogollón, pantallas, medicamentos y el punto fuerte o la gran incorporación de la farmacia.... el robot (ya vulgarmente conocido por los compañeros como el "muñequito").
La verdad sea dicha. Si lo ves flipas. Te quedas alucinado. Tan sólo con pedir un producto, el te lo sirve en el punto de dispensación asignado después de unos segundos de solicitarlo. Todavía comete algunos errores típicos de la puesta a punto. Necesita y necesitamos un rodaje puesto que el cambio es brutal. A partir de ahora se pierde la "gracia" de ir a buscar el medicamento para dispensarlo, tenerlo en las manos y ofrecérselo al paciente. Ahora te limitas a recogerlo de la bandeja y punto. Es otra forma de atender al cliente. Nos tocará hacer de relaciones públicas y aconsejar o buscar aquellas necesidades del comprador o sino tendremos que hablar del tiempo o de la última jornada de liga. Todo cambio tiene sus ventajas e inconvenientes. Vamos verlo para creerlo.
Larga vida a la botica.
Saludos.
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